“¿Cómo empezó todo?” Así titulé el primer capítulo de un breve cuento de aventuras que redacté hace un tiempo. Apenas me ocupó cinco folios, eso sí, escritos a mano por las dos caras. El relato continuaba así: “La historia comienza con tres amigos que iban paseando por el bosque”.
Retomando la pregunta del capítulo “¿Cómo empezó todo?”, y refiriéndome a “todo” como el origen principal por el que esté pensando en este momento, creo que pretendo hallar algo que no existe. Me cuesta concebir que el mundo sea un ente sin nacimiento y sin muerte. Son muchas las veces que he ideado que la materia del “todo” es vida. Cómo aquella teoría que escribí basada en que todo lo que nos rodea, a lo que solemos llamar “mundo”, forma parte de otro mundo más grande, enormemente más grande. En dicha teoría, describía el universo que creemos conocer del tamaño de un átomo. Imaginaba de esta forma la magnitud de ese otro mundo, figurando al mismo tiempo lo diminutos e insignificantes que somos los que pensamos en la Tierra. Tamaño, que se nos suele olvidar que poseemos.
Hay que tener en cuenta, que para responder a esa pregunta, primero debemos tener claro a qué nos referimos cuando buscamos el “todo”. Mas dando por hecho que “todo” tiene un principio; lógica que últimamente dudo de su veracidad. Es el no encontrar el origen de algunas cosas lo que me hace creer que no todo tiene porqué tener un principio. Y lo mismo me ocurre con el fin; quizás no exista un final para todo. De lo que estoy seguro es de que hasta que no descubramos qué es realmente el “todo”, ni habrá principio ni habrá final. Fácil conocer el inicio y el final de un libro cualquiera, dado que es un objeto creado por nosotros, los seres humanos. Pero, la cosa se complica a la hora de encontrar el origen de los propios humanos, de la vida, de la Tierra, del universo. ¿Qué hay antes del famoso Big Bang? ¿Cuál sería el principio de Dios?
Puede que en ocasiones fantasee con sueños de grandeza que me convierten en un ser elegido por el propio destino para guiar a las personas hacia un mundo mejor. En un momento, puedo llenarme la cabeza de inmensas fantasías, pero lamentablemente, nunca consigo descifrar lo que todo el mundo no sabe. Al menos, todo eso me hace sentir orgulloso de algo, mi imaginación desmesurada que en ocasiones no me deja ni dormir. De esta forma, he ido desarrollando en mi mente muchas teorías sobre cómo podrían ser las cosas difíciles de comprender o, principalmente, incomprensibles. Claro que sólo son hipótesis, simples representaciones de la ignorancia. Daría la solución al sentido de la vida de la misma forma que una persona con anosmia (pérdida del sentido del olfato) desde su nacimiento, intentara explicar el olor del mar.
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