El destino

¿Crees en el destino?

No. No creo que haya nada escrito. Las cosas van surgiendo, vamos escribiendo el destino con nuestros actos. Puede que las coincidencias nos hagan creer en el destino, pero solo son eso, coincidencias, que para uno pueden serlo pero para otros no. Si queremos ver esas coincidencias como señales del destino, pues... en mi opinión... nos autoengañamos.

Solo es mi opinión.

A veces creer en cosas como el destino nos ayuda. Aunque sepamos que no existe.

Las decisiones

Creo en el destino. Mi doctrina se fundamenta en la incapacidad de cambiarlo, pero no porque ya está escrito, sino al contrario, porque no lo está y lo vamos escribiendo con nuestros actos.

En este viaje, al igual que en la vida, tengo que tomar todas las decisiones. Me topo con muchas diariamente, unas con mayor trascendencia que otras. Según la decisión tomada, el viaje es encauzado por diferentes caminos y experiencias. A veces, esas vías son fáciles y agradables; otras veces, difíciles y molestas. Pero a fin de cuentas, siempre mantienen el mismo rumbo. De todas formas, no se puede saber si habría sido mejor tomar otra decisión, puesto que es inviable predecir lo que habría ocurrido.

El destino está escrito

En ocasiones, me conforta pensar que el destino está escrito y que todas las cosas ocurren por algo, ya sean buenas o malas. Es por ello, que no tenga preocupaciones y que me dedique, simplemente, a vivir.

Creo en el Destino

Creo en el Destino. Aunque sepa que realmente no existe, que las cosas pasan porque sí. Me gusta pensar que las cosas suceden por algo. Si actúo de una forma es porque así lo ha decidido el destino. Todo lo que me ha ocurrido durante toda la vida ha seguido el camino del destino, su plan. Las cosas malas también forman parte del destino. Y si en un futuro me tengo que morir, será porque así estaba escrito. No puedes cambiar el destino, y si crees a verlo hecho, en realidad ese cambio lo había decidido el propio destino.