Es mejor que sea para delante, que para atrás. Porque el
viento siempre te da en la cara, fresco o cálido, del norte o del sur, de
áfrica o del polo norte. La verdad por delante también. Como las palabras que
siempre siguen, al frente del cañón, como las balas, y los besos. Da igual en
qué lengua, no importa la entonación. Hasta el silencio le sigue. Caminando y
corriendo. A nado o por las alturas. Vuela, hacia arriba. Vuela, hacia delante.
Con todos sus giros y caminos, con todos esos brincos y parones. Hasta el
infinito. El mar, las olas. Siempre, hacia delante.