El dinero y la sociedad consumista me han dominado. Mejor dicho, me ciegan e hipnotizan. Se me olvidan aquellos valores que aprendí sobre la vida y la felicidad. Que fui aprendiendo en la calle, entre la participación de una lucha por las injusticas del mundo que nos rodea, y el camino del vagabundeo. Se alejan esos pensamientos de solidaridad, de vivir con lo único que sea imprescindible. Aquello que me enseñó a ser feliz con nada, que todo lo demás a lo necesario es vicio y hasta egoísta, de ser más fuerte que nadie, que los objetivos pueden ser otros, que somos humanos y no máquinas, que no estamos programados.
He pensado esto cuando me disponía a mirar equipos de música. Después de escribirlo, he vuelto a buscar equipos y ya no lo veía del mismo modo, ya tengo espacio en mi mente para poder ver si realmente es necesario. Algo que puedo prescindir y seguir siendo igual de feliz lo tenga o no. Pero siendo justo con mis propios valores morales.
¿No es ridículo que queramos la televisión más grande y el móvil más pequeño?