Sobran motivos para la indignación pero faltan compromiso y empatía. Se ha perdido el sentir del otro, de sus problemas y sus dificultades. No se mira alrededor, por si el mirar hace daño y se oye a medias, por si lo que el otro tiene que decir, supone una realidad que duele escuchar. Cada día, se producen 175 desahucios pero resulta más fácil cambiar de canal y observar la victoria de Nadal, que coger “el pico y la pala” del humanismo y la conciencia de quienes lo pierden todo en un sentir de excavadora. La situación parece que se complica y que en 2012, seguirá la crisis económica con unas cifras de desempleo que irán en aumento. Y mientras esto se produce, el movimiento 15M, seguirá creciendo con individuos cada vez más implicados y descontentos con el sistema vigente.
A pocos días de comenzar la Navidad, la sensibilidad y las ganas de ayudar crecen junto al consumismo, el exceso de comida y los regalos inútiles que no satisfacen. Es la voluntad temporal, la que únicamente hace referencia a una época del año, pero después, los albergues seguirán llenándose y el estómago de los necesitados vaciándose, porque el hambre no entiende de épocas. 2011 deja casos de honestidad corrompida por el poder ambicioso de quienes lo ostentan. El caso de Urdaingarin y de Teddy Bautista, entre otros, dejan poca ansía de esperanza. Sin embargo, mientras los hogares caigan ante la desesperación de las familias y los puentes se llenen de `sin techos´ con hambre, habrá motivos de indignación. En ello están los amigos del 15M y los que sin pertenecer al movimiento, ofrecen su calor y su afecto a quien lo necesitan todo el año.
Virginia Melchor