20 de octubre de 2014

Marihuana

Marihuana, marihuana te quiero marihuana. Ese sabor especial, que cada tipo de ganja te sorprende. Afrutada, caramelizada… Te deja en un sueño profundo. Sin preocupaciones, sin estrés. Nada puede hacer que ese sueño se termine. Los problemas no existen en esta sensación. Te relaja tanto… es como si estuviese sentado sobre una nube.

Los sentimientos se extreman. Quieres más a la gente. Deseas a todo el mundo. Todos somos iguales, todos somos uno. Al menos así tendríamos que ser. Las mariposas revoloteando que se sienten cuando estás enamorado, las deberíamos sentir todo el tiempo, todos, por cualquier cosa, o mejor dicho, por nada, simplemente porque así es la vida. ¿Por qué si no tenemos esta vida? Una vida que se acaba, que está cronometrada, porque cuando se pare el reloj, ya todo termina, ya todo desaparece y ya está, no hay más. Por eso debemos aprovechar la vida para ser felices. No más enfados, no más peleas, no más dolor, no más conflictos, no más guerras, no más muertos. ¿De qué sirve un mundo así? Yo no desperdiciaría la única vida que tenemos, porque no hay más, pensando en hacer la guerra. Se necesita a todo el mundo: al panadero, al músico, al escritor, al basurero, al bombero, al médico, al profesor. No desperdicies tu vida. No se necesita que alguien haga la guerra, así que no la hagas. Será una vida más desperdiciada que se necesitaba.

Gracias a Fito porque su primer minuto de la canción ‘La Cuisine de Bernard’ me hizo inspirarme para escribir este último párrafo. Al igual que mi tan amada Marihuana.

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